jueves, 16 de febrero de 2012

Memorias

Paseando por esas calles se me llena el corazón de una pena honda que no puede describirse con palabras, y mis ojos no paran quietos, intentando absorber todo lo que ven, tan conocido, tan cercano y a la vez tan lejos ya.

Me siento un momento, sola y tiritando, en 'el banco', aquel banco en el que tantas veces me senté y tantas y tantas veces intenté colar sin éxito una colilla en el agujero de la alcantarilla.

Y recuerdo con nostalgia que hace ya dos años que dejé de fumar. Nostalgia por la nicotina, por la libertad y por la vida que se me aparece a jirones paseando por esas calles.

domingo, 20 de febrero de 2011

No quiero


No quiero volver a saber nada de ti.

Probablemente nunca llegues a entender el por qué de mi decisión, y vayas por ahí creyendo que ya no te quiero.

Sólo espero que a lo largo de tu vida recuperes aunque sea un segundo la lucidez para entender que te quiero tanto que me haces más daño del que puedo soportar. Que te echo tanto de menos que no aguanto ver en lo que te has convertido.

Sólo espero que algún día sepas por qué sólo me queda decirte: No quiero volver a saber nada de ti.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Pulseras en Tetuán

Hoy en el metro, a la altura de Tetuán, entró una señora vendiendo pulseras. Era joven, de unos cuarenta años, y esbelta; y con la cara de resignación de quienes no tienen más remedio, se paseaba por el vagón mientras, en voz baja, explicaba a los viajeros esa cancioncilla tantas veces oída y tan pocas escuchada: en la calle, haciendo pulseritas con su hijo - en este caso ausente - para ganar unos euros al día con los que vivir.

La desesperación en su rostro, la vergüenza en su voz, se transforman en una sonrisa forzada dirigida a dos niños que se interesan por los brazalentes.

Con un euro en la mano voy hacia ella con intención de comprarle cualquiera, pero una vez ahí me detengo a mirarlas todas. "Que crea que me gustan" - pienso - "que no lo hago por compasión".

Hay agradecimiento en su mirada. Y yo me siento distinta, alegre y desolada al mismo tiempo. Y pienso que probablemente es así como se sienten aquellos que, tantas veces en vano, dedican su vida a intentar ayudar a quienes nunca tendrán nada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Cabezología

El cerebro es nuestro bien más preciado. Él lo sabe y como tal trata de cuidarse y mantenerse a salvo, sano y cuerdo, ante todo los problemillas y problemones de la vida cotidiana. Así, se inventa diferentes técnicas para sortear sin pena ni gloria todos los contratiempos que se nos ponen por delante.

Y es precisamente de ahí de donde viene su gran problema - nuestro gran problema - , el cerebro es autodidacta, y normalmente no suele estar muy acertado a la hora de elaborar planes de acción. Así, nos pasamos los primeros 25 años de nuestra vida convirtiendo el dolor en ira, e imaginando todo tipo de calamidades con el único objetivo de pensar en cómo librarnos de ellas (el famoso método del "Y si....").

De este modo, poco a poco y sin comerlo ni beberlo, creamos un monstruo: un cerebro maquinador de desgracias, un genio de las películas de terror donde uno no puede salir de su casa imaginaria sin ser atropellado, discutir con su padre/madre/hijo/hermano/hermano-siamés-malvado, y ser despedido injustamente por una conspiración interna maquinada por el jefe/barra/asesino-en-serie-los-fines-de-semana.

Este suceso se llama comunmente "Bola de nieve infinita del mal rollo", y cuando queremos darnos cuenta, hemos acostumbrado tan bien a nuestro cerebro durante décadas a esta línea de pensamiento que ha llegado a sentirse cómodo ahí.

En este punto, a los 25 años y con dos psicoanalistas a las espaldas, es cuando decidimos aferrarnos a la cabezología, y dialogar nosotros mismos con nuestro cerebro por las buenas y por las malas, para ver si dentro de otros 25 años somos capaces de vivir tan sólo los problemillas y problemones de la vida cotidiana, borrando las calamidades imaginarias para por fin dejar hueco a la felicidad en nuestro interior.

martes, 21 de octubre de 2008

Hasta pronto

Acepta la muerte como parte de la vida.

Acepta también el dolor, y llora a los que se han ido como se merecen, porque si no se convertirán en tus fantasmas.

Derramaré muchas lágrimas por ti.

Fuiste un gran hombre, y siempre lo serás en mi corazón.

Te quiero.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Eolo

Eolo: Señor de los Vientos, vivía en la isla flotante de Eolia con sus seis hijos y sus seis hijas. Zeus le había dado el poder de controlar los vientos, Eolo los tenía encadenados en un antro profundo, donde los gobernaba con un dominio absoluto, apresándolos o liberándolos a su antojo, ya que todos los vientos liberados podrían provocar graves desastres en el cielo, la tierra y las aguas.

Eolo era en resumidas cuentas un tío importante. No entiendo por qué cada vez que digo "llamo del gabinete de prensa Eolo Comunicación" la gente se empeña en entender "Ono", "Elo", "Hola", "Olo", "Diablo (¿?!)"..

..Si el dios del viento levantara la cabeza..

Soy un viento de Eolo.

lunes, 15 de septiembre de 2008

A ante bajo.. para por

Mi loquera dice que sólo pienso en lo que no tengo y que no sé lo que quiero.

¿Para qué sirven los psicólogos?

¿Por qué pondrán treinta veces al día "The eye of the tiger" en M80?

"Voy a salir más confundida que cuando entré"